El presidente de la
Generalitat vaticina un referéndum ante los promotores de la manifestación
El Presidente de la Generalitat catalana se ha
desmarcado de lo que al parecer le llevó a ganar las elecciones que le
colocaron en el puesto. Mas ganó las elecciones con un programa que no incluía
la independencia de Cataluña. Aunque solo fuese por esto, sus votantes no
deberían fiarse de su palabra. Claro que estos tiempos que vivimos difícil es –por
no decir imposible- encontrar un
político que cumpla con un mínimo de veracidad, el programa político que llevó
a ocupar ese puesto. Mas estará tomando claro ejemplo de nuestro presidente
nacional.
El caso es que el presidente catalán se ha marcado un
órdago ante sus convecinos independentistas al solicitar, sin mucha
determinación diría yo, pero en voz alta, que se den los pasos para que
Cataluña obtenga “estructuras de Estado”. Al menos eso dijo en Madrid, donde no mencionó la palabra “Independencia”, lo
que si hace en sus fueros. Otra imitación a Rajoy que se hace declaraciones de
Estado en Finlandia antes que ante el Congreso de la nación. La política está
cambiando sin ninguna duda. Pareciera que nos dirigimos hacia una política del “twitter”
donde los parlamentos tienen menos declaraciones de contenido que en declaraciones en foros de
diversa índole.
Pero hablaba yo de Cataluña y su decisión
independentista. No me parece mal su autoderminación. No a priori. He dicho muchas
veces que estamos en un mundo de tránsito en el que están surgiendo nuevos
modos de entender la convivencia social y de hacer política. Bueno sería que
surgiesen nuevas fórmulas de relación entre comunidades, aunque eso suponga
superar el concepto de Estado. La Unión Europea podría ser un magnífico
escenario para probar que los Estados se fundamentan en unas fronteras que a lo
mejor, digo a lo mejor, no tienen nada
que ver con las formas de relación social y política de sus gentes. Y hay
muchos ejemplos. En Bélgica por ejemplo hay una clara diferenciación entre
valones y flamencos, en Italia las reivindicaciones regionalistas tienen una
tremenda fuerza, en Francia la Bretaña es un territorio muy diferenciado del
resto, al igual que la zona de la Cote
Basque. Y podríamos encontrar más… Tal vez Europa debería formarse en base
a regionalidades en lugar de Estados, regionalidades que reconozcan la
singularidad cultural de muchas zonas, hoy en día constreñidas dentro de uno
límites estatales diferenciados, o repartidas entre dos naciones. En el mundo
entero tendría que articularse una formula, que funcione, para que
regionalidades de todo tipo puedan funcionar sin el encorsetamiento de los Estados.
Pero hoy en día no existe. Todo eso es una posibilidad que solo con el
diálogo y el trabajo de mucho tiempo puede llegar a lograrse. Y para ello hay
muchas normas y leyes que sería necesario cambiar. Y no solo en los países de
referencia, no sólo en España, sino en cuanto al Derecho Internacional se
refiere, hoy basado en el concepto de Estado. Una Cataluña independiente ahora
mismo tendría que volver a ratificar la Declaración de los Derechos Humanos y solicitar su ingreso en la ONU, en la UE, en la
OTAN, en la FIFA, y hasta en EUROVISION. Y todas las leyes que ahora mismo
amparan a ciudadanos y empresas españolas, en virtud de acuerdos
internacionales con la UE, o dentro de ella, con otros países del mundo,
quedarían sin vigor en un país nuevo. Tendría que volver a suscribir todos y
cada uno de los acuerdos de los que ahora, como CCAA española disfruta. Podría
hacerse. Si. Sería cuestión de ir marcando un calendario, pero mientras tanto
la situación de un país nuevo siempre sería transitoria y muy complicada.
Tal y como está concebido el orden internacional ahora
mismo, es muy probable que se dieran situaciones extrañas. Si Cataluña se
declarase independiente ¿qué pasaría si una provincia, o ciudad –en el caso de
que siguiesen existiendo como tal- quisiese, a su vez independizarse de
Cataluña? ¿Y si quisiese adicionarse? ¿Lo querría Baleares por ejemplo? Complicado es, aunque no imposible.
Ahora bien. La propuesta de Mas es, a mi modo de
verlo, oportunista, incómoda, populista, injusta y peligrosa en estos momentos.
Para el pueblo catalán y para toda España en general. Primero, por lo que dije
al principio, porque nace de un engaño primigenio. ¿Qué pasa con los votantes
de CiU que apoyaron al President porque no pedía la independencia? ¿Se está
pensando en ellos? Y además está claro que Cataluña no puede hacer frente, económicamente,
a una empresa de ese tipo. No ahora. No pidiendo un rescate al gobierno de
España por ser la CCAA más endeudada del país. Ahora es una medida desesperada
para no perder más credibilidad política. Y está dando pasos que pueden
perjudicar a muchos catalanes, sean independentistas o no. El corazón pide una
independencia, y la cabeza sabe que ahora no debe hacerlo.
El clamor en las calles de Barcelona el día de la
Diada fue una explosión de alegría contenida, una apuesta firme por un futuro
independiente, un primer día tal vez de muchos otros referentes. Pero el paso
siguiente hay que darlo con una calculada serenidad, y dentro de una
comprensión general. Porque el señor Mas no tiene que convencer a los
independentistas de que la independencia de Cataluña es buena. A quien tiene
que convencer es al resto de catalanes y españoles. Porque el primer paso
supondría modificar nuestra constitución y para eso, se necesitan muchos apoyos fuera de Cataluña. Ahora mismo ese apoyo
no existe, y si una animadversión creciente. Incluso una omisión, como la que realizó televisión española. En un país donde todos estamos haciendo un gran esfuerzo de
contención económica –bueno, los que lo hacemos, claro- no es una buena noticia
que una parte de España, la que más debe además, eche la culpa al resto.
En realidad estas políticas populistas se parecen mucho unas a otras. El PP lleva pidiendo, desde que empezó la crisis, que las autonomías sean revisadas y que “a lo mejor” –decía Esperanza Aguirre, con esa verbigracia que la caracteriza- habría que “devolver” competencias al Estado porque las autonomías no pueden hacer frente a su alto coste. Cataluña, Mas, está diciendo más o menos lo mismo, pero pidiendo que en lugar de devolver competencias, se haga cargo de todas ellas… con un pacto fiscal. Se aprovecha la crisis económica para llevar a cabo el cambio ideológico de cada uno: El PP hacia una democracia neoliberal, y los de CiU hacia un catalanismo independiente. Ambos utilizan el populismo y los mensajes facilones y sin contenidos de fondo para llegar a gentes desesperadas. Ambos “estafan” al achacar a un enfrentamiento entre CCAA y Estado los problemas económicos. Ambos, mientras tanto, siguen practicando una política económica del recorte y desmantelamiento del Estado de Bienestar.
Lo preocupante, lo verdaderamente preocupante es que
no haya voces alternativas. ¿No hay más voces que las del PP y CiU en este
asunto? Ayer, la presidenta del PP catalán decía que no era el momento de
gastar recursos en el tema independentista, porque esos recursos había que destinarlos a “la
sanidad, la educación y las política sociales
básicas”… ¿Es que nadie se atrevió a gritar que esas partidas son precisamente
las que su partido está recortando para sufragar los costes de la deuda
bancaria? Al parecer no.
De momento, la prensa echó en falta a algunos notablesdel partido en Madrid, y los abucheos a Duran y Lleida en la Diada. El PSC pide a Mas que “elija entre pacto fiscal e independencia” como si ese fuese el único tema de fondo
del tema independentista. En realidad tiene mucho de planteamiento económico, como
he dicho antes, pero se espera que otros partidos políticos aborden también la
independencia catalana desde otras ópticas, políticas y sociales, que también
afectan a los ciudadanos. No lo hay. Para Izquierda Unida, imagino, supone todo
un problemón. La izquierda en España siempre ha apoyado las reivindicaciones
independentistas catalanas y vascas, desde posiciones republicanas, además.
Ahora el apoyo a la independencia puede hacer que la incipiente ventaja que la
situación económica le está dando a las formaciones de este espectro político,
caiga en picado fuera de Cataluña. Y también pone en un brete a los políticos
independentistas vascos…
Y por último no puedo dejar de pensar en una duda que
me asalta. Ya sé que puede sonar a teoría conspirativa, pero… ¿no es demasiada
casualidad que el discurso del President haya cambiado de tintes justo después
de perder una inversión internacional del calibre de Eurovegas? Porque según se
dijo en la prensa hace unos días, en Cataluña se sabía de la posible inversión
del magnate Adelson desde 2007, y no se había prestado demasiada atención al
asunto. CiU se presenta a las elecciones con un programa que no incluye la
independencia, puesto que lo contrario podría dificultar la llegada de
capitales extranjeros del calibre de Eurovegas. Sin embargo, la elección de
Madrid desata dos arriesgadas apuestas por parte de Mas, casi inmediatas en el
tiempo. Primero comunica que hay preparado un proyecto de ocio y servicios de dimensiones
estratosféricas, mayor que el de Adelson (una se pregunta desde cuando lo
tendrían preparado, porque eso no se elabora de la noche a la mañana). Y
segundo, se desmarca de su programa electoral y anuncia una independencia para
Cataluña ¿estaba esperando la decisión de Adelson para hacerlo?
Complicado. Muy complicado. Como todo lo que tiene que
ver con la eterna lucha de los impulsos del corazón y la racionalidad de la
cabeza. Creo que la pelota está en el tejado de los catalanes ahora mismo. Y
conozco a bastantes como para saber que la racionalidad también forma parte de
su bandera. Estoy segura de que sabrán actuar con corazón y coraje, pero
también con cordura y solidaridad. Y sabrán poner en su sitio a los falsos
políticos.
A.L. López
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