lunes, 28 de octubre de 2024

REENCUENTRO

Abdo Wigh

—¡Mariano!
—¿Mari?
—Bueno, ahora soy María Luisa.
—¡Qué casualidad! ¡No me lo puedo creer! ¿De verdad eres tú?
—Sí, soy yo. ¡Dios! Estas igual que… ¿Cuánto tiempo hace? ¿Sesenta años?
—Sí, hará sesenta años. Tú estás mucho mejor. Te veo… ¡Fantástica!
—¡Siempre has sido un exagerado!
—Solo digo la verdad.
—Pues, gracias.
—Oye, este reencuentro me resulta muy chocante. ¿Quieres que tomemos un café o algo?
—¡Me encantaría!
—¿Aún tomas un cortado frío?
—Sí, ¿y tú? ¿Café solo con doble de azúcar?
—Sí, pero ya con sacarina. Mi médico es implacable.
—No sé ni qué decir, Mariano. ¡Cuánto me alegro de volver a verte!
—Yo también me alegro mucho, Mari.
—Dime, ¿estás casado, tienes hijos? ¡Cuéntame de tu vida!
—Sí, me casé con una mujer maravillosa que me dio cinco hijos. ¿Y tú?
—¡Qué casualidad! Yo también me casé y tuvimos cinco hijos preciosos.
—Mari, yo… Tengo que decirte que siempre te amé, no he podido olvidarte nunca.
—Mariano, hace mucho tiempo de eso, no te preocupes, todo quedó atrás.
—Para mí no, Mari.
—Éramos unos críos Mariano, pero me diste la vida. Yo no dejé de amarte nunca.
—Tú fuiste mi primer amor, mi gran amor, Mari. Aún me acuerdo de nuestro primer día.
—Fue el día que me enseñaste a besar, Mariano. El día de nuestro primer beso.

Se miraron arrobados y sonrieron con malicia. Luego se besaron con un liviano, pero amoroso, roce de labios. Mario le susurró al oído a Mari algo que había leído y se había aprendido para esa ocasión: «No somos las mismas personas este año como lo fuimos el año pasado; ni tampoco aquellos a quienes amamos. Es una ocasión feliz si, cambiando, seguimos amando a una persona cambiada». Volvieron a sonreír y se tomaron de la mano.

—Entonces, ¿celebramos nuestro sesenta aniversario, señora mía?
—Claro que sí, Mariano, amado mío.

El camarero de la cafetería de la Residencia, emocionado por la escena que acababa de contemplar, les puso delante un par de descafeinados cortos de café y el pequeño pastelito industrial «sin azúcar añadido» que ellos previamente habían sacado de la máquina dispensadora y le habían llevado para que se lo sirviera después de realizar la pantomima que llevaban representando cada año desde que ingresaron, juntos, en esa Residencia de ancianos. El día de sus respectivos cumpleaños y los de sus hijos, su aniversario de boda, las Navidades y otras fechas señaladas, las celebraban en familia con todos sus hijos, nueras, yernos y nietos, pero ese día, el de su primera cita, el aniversario de su primer beso, lo celebraban desde siempre ellos dos solos, sin decírselo a nadie. Era su día, solo suyo y de nadie más. Ni siquiera del camarero que había sido testigo de su felicidad y que les seguía sonriendo con envidia no contenida.

—Feliz aniversario, Mari.
—Feliz aniversario, Mariano.

AlmaLeonor_LP

Texto del VadeReto del mes de Octubre del blog Acervo de Letras.

Publicado en HELICON el 28/10/2024


 

CALEIDOSCOPIO

Eduard Swoboda (1902)

Me puse a escribir de forma inmediata, no fuera a ser que no me diera tiempo y debía seguir al pie de la letra las indicaciones, sin dejarme ni una, o el conjuro se podría invertir. Todo podría muy bien ser un sueño, pero soñar es como vivir en un caleidoscopio que nos alegra la existencia cuando todo se apaga, en definitiva, un excelente ejercicio. Como disfrutar de las estrellas, un privilegio que no estaba al alcance de cualquiera. Con ellas sí que soñé muchas veces, sobre todo cuando contemplaba una marina que presidía el salón oriental de mis abuelos.

Por si no lo había dicho ya, ellos vivían en un palacio de estilo gótico, el mayor de todo el país, donde yo pasaba los veranos. Estaba lleno de terrazas desde donde observaba el universo con un telescopio que heredé de mi padre que había fallecido el invierno anterior. Él decía que yo tenía instinto aventurero, pero en realidad, el aventurero era él, que había viajado por todo el mundo, que tuvo su casa en el océano cuando fue capitán de navío y apenas tocaba la península más que un par de veces al año. Eso no era vivir porque me echaba mucho de menos, solía decirme cuando volvía, pero yo siempre le tuve por un ser especial, alguien que guardaba un secreto y que, si yo resistía la tentación de preguntarle, algún día me revelaría. Pero murió antes de que pudiera hacerlo y eso me ponía muy triste.

Mi abuelo trataba de consolarme con una colección de poco efectivas fórmulas. Una noche, con toda la delicadeza propia de su educación aristocrática y masculina, entró en mi cuarto para hacerme un regalo inolvidable: un libro, el Libro de las maravillas del mundo, dijo que se llamaba, y que había pertenecido a mi padre. Él se lo había regalado cuando tenía mi edad, y mi padre lo guardaba para regalármelo a mí. Como él ya no estaba, lo hizo mi abuelo.

Desde entonces cada medianoche, se pasaba a verme y leíamos un pasaje. Con ese libro descubrí historias increíbles, como la de una ballena a la que le gustaban las frutas y las almendras y no las podía comer porque vivía en el agua, y unos magos hicieron crecer un olivar en medio del océano para ella. Consiguió que abandonara mi tristeza y comencé a reír de nuevo.

Era mi mejor posesión, pero nunca pude agradecerle ese gesto a mi abuelo porque murió antes de terminar aquel el verano. De nuevo me invadió la tristeza más absoluta, pero en la lectura de sus últimas voluntades me esperaba una sorpresa. Según su testamento, yo debía entrar cada medianoche en su biblioteca, leer al menos un libro y escribir un mínimo de cien líneas de una historia inventada por mí. Si cumplía su encargo, el gran oráculo que todo lo revela, cumpliría mi deseo más recóndito. Y lo que yo más ansiaba era conocer el secreto de mi padre para ser un gran marino, tan grande como él.

Así que escribí y escribí y leí y leí y seguí al pie de la letra sus instrucciones durante todos los veranos que aún mi madre me llevaba a ese palacete.

Hoy, contemplando mansa la línea del horizonte de este inmenso océano desde la proa de mi navío, que he bautizado con el nombre de mi padre, debo alzar mi voz a las estrellas y decir, “gracias, abuelo, descubrí el secreto y lo conseguí”.

AlmaLeonor_LP

Texto para el Reto Juevero a cargo de Neogéminis del 24/10/2024 

Publicado en HELICON el 24/10/2024