miércoles, 14 de agosto de 2013

GIBRALTAR… la canción del verano.

GIBRALTAR… la canción del verano.


El conflicto de Gibraltar está causando furor en este verano de tedio en el que la prensa parece no querer soltar el caramelito del caso Bárcenas y no presta la atención debida a ese débil “brotecito verde” de nuestra economía. Que pueda ser una cortina de humo no le quita importancia al contencioso.

Es cierto que los gobiernos de la democracia han prestado poca o inútil atención hacia este asunto que hace mucho tiempo que debería haberse resuelto. Pero llegados a este punto no podemos olvidar que ahora tanto España como Gran Bretaña pertenecen a la UE y que cualquier solución al conflicto debe producirse en su seno y de acuerdo con las normas europeas entre países miembros.  Y aquí es donde pienso que también la UE tiene gran parte de culpa al haber permitido que el contencioso de Gibraltar cosifique como el peñón que le da nombre.

La UE siempre ha sido demasiado permisiva con Gran Bretaña, un país que recordemos, no ha querido entrar en la zona euro, ha favorecido más el comercio en su zona de influencia (Commonwealth) que en la eurozona, está más pendiente de la política atlántico-estadounidense que de la europeo-mediterránea y entró en la UE manteniendo un estatus próximo al colonialismo en algunas partes de su extensa zona extraterritorial. Como por ejemplo los paraísos fiscales de Bahamas, Islas Caimán, Islas Vírgenes, Mauricio, Guernsey y Gibraltar entre otros. Lugares que importan tanto a la Gran Bretaña como para no firmar el año pasado un compromiso fiscal con la UE y someterse a una regulación de sus entidades financieras.

No le interesaría a Londres caer en la maraña de la defensa de la legalidad, pero claro, en estos tiempos en los que hasta el más tonto está imputado (o casi) en un delito de corrupción, soborno y/o apropiación indebida, a ver quién es el guapo que tira la primera piedra.

Pero gritar “Gibraltar español” cada vez que un gobierno de este país necesita una dosis alta de patrioterismo no es una solución acertada. Ya lo hizo Galtieri en 1982 al grito de “Malvinas argentinas” y le costó no solo el puesto, sino perder definitivamente estos territorios (Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur) y ensalzar el gobierno conservador neoliberal de Margaret Thatcher. Tal vez sea necesario recordar también que Gran Bretaña contó con el apoyo de la CEE (la antigua UE) y que el fracaso militar trajo la democracia a Argentina. Así que si no se está dispuesto a afrontar unas consecuencias similares, más le vale al gobierno español (y de paso a sus voceros del ABC ) no airear ese grito y  ponerse a resolver el tema.

El conflicto deja unas consecuencias terribles para los pescadores que no pueden faenar en unos caladeros que están siendo inundados con bloques de hormigón para, dicen, ampliar el aeropuerto de Gibraltar.  Esto puede incumplir varias normas, dice asimismo, el ministro Arias Cañete y está dispuesto a emprender las medidas necesarias. Mientras, el ministro Margallo anuncia ayudas a los pescadores de la zona. Es curioso como el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente es quien denuncia por ilegal la acción de otro país en costas españolas, mientras que es el ministro de Asuntos Exteriores quien anuncia ayudas a los pescadores… 


Pero además del conflicto pesquero, al gobierno español y a la salvaguarda del medioambiente que ha emprendido Arias Cañete, les preocupa, y mucho el “Bunkering”… Perdonen, pero me hace gracia. Primero que se utilice una palabra inglesa para defender intereses españoles frene a Gran Bretaña (aunque sea ese el nombre que ha adoptado la asociación de abastecedores de crudo en alta mar), y segundo que sea Arias Cañete, cuya familia gestiona una de estas empresas, quien anuncie que endurecerá las sanciones contra ellas. Para partirse el pecho de la risa, si no fuese tan insultante.

¿Qué hacer? Pues cerrar la verja… ¿a qué me recuerda esto? Al igual que en pleno franquismo, a este gobierno democrático no se le ocurre otra cosa que hacer controles en la frontera entre España y Gibraltar… en medio del espacio Schengen, entre dos países de la UE… mal camino me parece a mí. Está provocando la ira de los usuarios de la frontera que ni son los causantes de los conflictos pesqueros, ni son los usuarios de los paraísos fiscales. Son gente corriente que solo quiere cumplir con su trabajo y su horario. 

Eso sí, está dando mucho juego esto del control fronterizo: Londres considera inaceptables los controles, aunque no se sabe muy bien si en nombre de su graciosa majestad o en nombre de los gibraltareños, porque dice apoyar una “autodeterminación” que nadie ha barajado en estos momentos; el ministro gibraltareño aprovecha el río revuelto para pedir “conversaciones a tres bandas”  en un conflicto en el que no tiene parte (recordemos que es entre España y Gran Bretaña); y ERC arrima el ascua a su sardina y acusa de “bullying” al gobierno español frente al Peñón.  Hombre no, señores de ERC, haberse buscado otra palabra que no sea inglesa, que Cameron se tiene que estar revolcando de risa en su “presidential chair” viendo cómo en este país (que cada uno escoja referirse a España o Cataluña) se hace uso y abuso de su idioma patrio para reivindicaciones nacionalistas.  De risa bananera.

Solo le faltaba al gobierno de Rajoy que la reivindicación de Gibraltar abriera un nuevo frente con el nacionalismo catalán.  Tendría que resolver ambos con nuevas concesiones económicas y fiscales, y ahora, con la prima de riesgo tan bajita.  Pero lo curioso es que la bandera nacionalista también está siendo enarbolado por la Gran Bretaña.  Una eurodiputada británica propone  realizar un “boicot” (esta vez sí, bien empleada la palabra british) al turismo en España y sugiere a sus compatriotas viajar a otros países.  Bueno, ya me gustaría a mí saber cuántos de los turistas británicos de borrachera y “balconing” (es que no se acaba este filón idiomático), saben de qué va el conflicto de Gibraltar, o siquiera donde se encuentra geográficamente ese pedacito de tierra de “llanitos”, quienes, según Cameron, prefieren ser británicos a españoles.  Tal vez sepan situar en un mapa la costa mediterránea española que les ofrece alojamientos y bebida barata, y tal vez también a la blaugrana Barcelona de Messi, pero es muy probable que no tengan ni la más remota idea de quién es Artur Más, ni mucho menos ERC. Y de Gibraltar a lo mejor no habían oído hablar hasta la aparición de las novelas de la saga “Millenium”.


Vuelvo a la UE. La incorporación de un país a la Unión lleva aparejada también la incorporación de sus conflictos. La UE nació con la vocación de evitar esos conflictos, no solo en su seno, sino en Europa. Y ha fracasado estrepitosamente hasta ahora.  Los conflictos nacionalistas siguen aflorando dentro incluso del espacio común europeo y su política de “laisser fair” entre países miembros no es precisamente la más adecuada para avanzar en sus resoluciones.  España debe resolver sus conflictos sí, pero la UE tiene que ejercer su papel supranacional de una vez por todas, y no solo para imponer recortes salariales a los trabajadores mediterráneos.

Gibraltar… y nos decían que no habría canción del verano.
AlmaLeonor