lunes, 2 de junio de 2014

ABDICANDO, QUE ES GERUNDIO.



ABDICANDO, QUE ES GERUNDIO.


Hoy, 2 de junio de 2014, el Rey de España, Juan Carlos I ha anunciado que abdica a favor de su hijo el Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón, que pasará a ser Felipe VI. El discurso que el monarca ha pronunciado esta mañana en televisión española explica esta decisión en función de una apuesta por la renovación de la monarquía y de un inusitado interés por “corregir errores” que consigan sacar a este país de la crisis en la que estamos inmersos. Ese comentario ha sido entendido como una asunción de responsabilidad por parte de los analistas políticos. Ahora se abre un procedimiento previsto por la Constitución, que necesita de una Ley Orgánica para llevarse a cabo, porque aunque previsto por la Carta Magna, aún no se había desarrollado. Este hecho, y los repetidos anuncios del gobierno acerca de la “celeridad” con la que se llevará a cabo todo el proceso, ha hecho pensar a algunos analistas, como Iñaki Gabilondo que así lo expresaba esta mañana en el programa Al Rojo Vivo de La Sexta, que trasluce una cierta precipitación que no tendría que existir. En todo caso es una decisión que marcará el calendario nacional durante una buena temporada.

Este día, 2 de Junio de 2014, y este acontecimiento, La Abdicación real, será el punto que ejemplificará el cambio de era en nuestro país en el futuro. No sé si existirá algún tipo de precipitación en una decisión, que según el rey estaba siendo ponderada desde enero, pero en todo caso, este “bombazo” mediático, ya ha logrado su primer objetivo en forma de un “respiro” para un gobierno cuyo desgaste político esta siendo demasiado cáustico.  De entrada se ha conseguido que se hable del 2 de junio y no del 15 Mayo de 2011, fecha del inicio de la protesta ciudadana masiva contra la austeridad y la falta de transparencia en la democracia, ni por supuesto, del 25 de Mayo de 2014, fecha del triunfo de la izquierda española en unas votaciones europeas cuya lectura definitiva aún está por hacerse. Es una jugada maestra de marketing político, a la que este gobierno nos tiene bastante acostumbrados.


Es cierto que cada acontecimiento debe tener su calendario de acuerdo con sus propias necesidades, pero aquí nadie da puntadas sin hilo, los acontecimientos paralelos tienen mucha importancia y en este mundo, desde el 11 de septiembre de 2001, no hay ninguna "fecha inocente": Cuando el PSOE puso la fecha de las elecciones generales un 20 de noviembre de 2011; Cuando la Ejecutiva del PSOE convoca a sus militantes a votar el día de la final del mundial de fútbol; Cuando otras tantas "fechas coincidentes" últimamente nos hace conocer importantes decisiones gubernamentales en medio de las vacaciones de navidad o durante un triunfante mundial de fútbol (afortunadamente el punto de inflexión en nuestro país no será ya este día).... No puedo dejar de pensar en que de "coincidencia" no hay nada. Porque, además, si no es eso, es que este gobierno, tiene más “baraka” que el propio Franco, aunque el Presidente Rajoy ya ha demostrado en alguna ocasión que suerte tiene mucha, pero las “casualidades” hace mucho tiempo que no existen, por lo que concluyo que aquí hay gentes muy inteligentes construyendo la cuadratura del círculo para que las cosas “cambien, pero sigan como están”.

Y entonces ¡¡Ojito al PP!! que ahora que tiene la "noticia bomba" de la abdicación del Rey, nos va a colar, de rondón, alguna catástrofe en forma de recorte o subida de tarifas, aprovechando la coyuntura... y si no, al tiempo.



Y la palabra “tiempo” es la cuestión clave. El Rey ha dicho que esta decisión la tomó en enero, al cumplir 75 años. Me pregunto si una tarta de cumpleaños puede hacer cumplir semejante deseo, o si, por el contrario, hay otro tipo de razones menos mundanas, pero de más peso para meditar una abdicación. La crisis institucional y política es una razón de gran peso, pero vamos, que aquí no dimite ni Dios si por medio no hay un escándalo que tapar, y en la Monarquía española, solo con los safaris del Rey y los presuntos desfalcos de la infanta Cristina y su marido, tienen ya el caldo servido, y eso sin mencionar el asunto del mundial de Qatar, que puede que no se celebre y muchas empresas españolas, que obtuvieron contratos millonarios en ese y otros países árabes gracias a la intervención real, Corina mediante, se van a ver abocadas a la ruina, y con ellas muchos españoles que esperaban una mejora económica en la empresa para encontrar trabajo, una cúpula empresarial que ahora no sabe ya que rebaja laboral pedir para seguir obteniendo beneficios y un gobierno que a lo mejor ha basado sus expectativas de crecimiento nacional en ese tipo de “contactos” empresariales.


Pero sobre todo, sería interesante conocer cuántas personas de su entorno conocían tal decisión. En primer lugar, probablemente Corina fuese una de las primeras en intuir que se la iba a acabar el trabajo y por eso se dio prisa en ser contratada en el principado de Mónaco (un paraíso fiscal, dicho sea de paso), porque la atención mediática que tuvo por el escándalo de los “asesoramientos” reales no parece que asustara a alguien de su inteligencia y contactos. Pero de las gentes patrias me pregunto ¿quién? ¿Lo sabía Aznar y por eso se desmarcó de las elecciones europeas? ¿Lo sabía Felipe González y por eso lleva tiempo perdiendo el sentido por un pacto con el PP? ¿Lo sabía Mas y por eso ha matizado su exigencia soberanista? ¿Lo sabían gestes de la cúpula del PP? ¿Quién lo sabía? No nos preocupemos. Tal y como son algunos periodistas de este país, en los próximos días encontraremos a más de uno apuntándose el tanto de que “yo ya lo sabía, pero no podía decirlo” y de paso nos informarán de quienes, seguro, seguro, estaban al tanto.

Lo cierto es que una decisión como la que acaba de anunciar Juan Carlos I no debe ser fácil de tomar. Es más que seguro que habrá sido muy meditada y consultada ya que requiere de una logística complicada, incluso doméstica ¿Seguirá viviendo en la Zarzuela? ¿Tienen ya la foto de Felipe para las monedas? ¿El Ministerio de Educación ya ha encargado los nuevos títulos universitarios con el nuevo nombre del Monarca? Queda mucho por hacer…

Una mirada atenta a la puesta en escena del discurso televisado del monarca desvela dos fotografías. En una se encuentra el Rey Juan Carlos con su padre, Don Juan de Borbón, quien nunca llegó a reinar en España, pero que tuvo que abdicar de sus derechos dinásticos a favor de su hijo si quería que la transmisión hereditaria fuese lo más conforme a la ley posible (el hecho de que la designación del monarca sucesor la realizase un dictador y con el título inexistente de Príncipe de España, no ayudaba mucho). Esta fotografía puede ejemplificar el proceso que ahora, conforme a la Constitución, ha de abrirse para realizar esa transmisión dinástica al Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón. En la otra fotografía que se encontraba a la espalda del Rey, aparecían Juan Carlos I, su hijo Felipe de Borbón, y la hija de éste, la infanta Leonor, que me recuerda el hecho de que aún no se ha solucionado el asunto de la transmisión hereditaria, que de ser en el caso de la Infanta Leonor, requerirá una nueva Ley que permita una designación femenina.  


No. No me estoy posicionando como monárquica, ni tampoco como republicana. Estoy reflexionando acerca de los pasos y consecuencias de un acontecimiento como el de hoy, sin que excluya la reclamación que desde ciudadanía y fuerzas políticas se está escuchando a favor de la proclamación de la que sería la Tercera RepúblicaEspañola. Si eso es lo que se decide en este país, será lo que tiene que ser. Del mismo modo consciente con el que se proclamó la monarquía constitucional durante la Transición española, en un ejercicio de responsabilidad política y social llevado a cabo por partidos de todos los signos, sindicatos, fuerzas sociales, ciudadanos y también Juan Carlos I. No son palabras mías, son de Iñaki Gabilondo, pero con las que coincido.

Con lo que no coincido es con quienes, en un momento de crisis económica e institucional como este que vivimos, se esté reclamando una República en base únicamente a razones de corte tan populistas como demagógicas. Una República no es garantía ni de legalidad, ni de gasto contenido, ni de elegibilidad, ni siquiera es garantía de contradecir una "sucesión de sangre". Como he leído en un artículo de la web Negra-Tinta, todo eso lo hacemos nosotros, con nuestros votos, con nuestra participación socio-politica, con nuestro ejercicio democrático. No basta con “elegir” la República como no bastó “elegir” la democracia. Una Monarquía o una República no es cosa que se pueda cambiar al arbitrio de una generación siguiente. Si lo hicimos mal, como se está gritando, no vayamos ahora a hacerlo peor. Una República es una forma de organizar el Estado con un ideario, pero en estos momentos, y al igual que puede pasar con las monarquías, hay Repúblicas europeas (y mundiales) que están demostrando una total desfachatez y despilfarro en los gastos suntuarios (con Sarkozy por ejemplo, o en Italia, sin salirnos de Europa), y existe una casta política que está heredando los cargos como si de puestos vitalicios reales se tratase. Y para eso no hay que salir de España donde no hay más que mirar los apellidos de quienes ocupan los puestos institucionales desde el siglo XIX (algunos incluso antes). En Francia, la dirección de un partido de ultraderecha se ha transmitido filialmente... y mientras tanto en las monarquías europeas la "herencia de sangre" se está diluyendo con matrimonios fuera de la realeza. Nuestra apuesta por el futuro no puede basarse en populismos, ni tampoco en precipitaciones. La legalidad, los pasos consensuados y meditados y las urnas, han de ser los elementos que den voz a las peticiones del pueblo.


(se les ha olvidado un "de")

De momento, hoy solo hemos asistido a la abdicación. Escribamos a partir de ahora el libro de la Historia.

AlmaLeonor