SOBRE EDUCACIÓN
Si quisiese hacer un chiste muy
manido de los estudiantes de ingles, podría titular esta entrada como “envelope
education”. Y a lo mejor no andaba muy desencaminada, pues da la impresión de
que con la nueva normativa del Ministerio de Educación, los recortes en los
comedores escolares, y la subida del IVA de los lapiceros que se equipara a los
productos de lujo, la educación pública ha sido metida en un “sobre” y “despachada”. Fin.
El Ministerio que preside Wert,
tiene una curiosa forma de “acatar” las decisiones judiciales del Tribunal
Supremo. Si el alto tribunal considera
ilegal subvencionar con fondos públicos colegios que segregen por sexos, el Ministro se plantea
cambiar la ley para que
no entren en los supuestos de
ilegalidad. Bonita fórmula. Mejor quedar por encima, y hacer lo que yo digo, o
sea, mejor seguir regalando dinero a colegios privados, que dejar que el simple
interés de alumnado y sociedad se interponga en tan lucrativo negocio.
Wert justifica su insistencia con
una convención favorecedora a la educación segregada que la
UNESCO dictó en1960. Tiene razón el Ministro. No ha cambiado nada España desde entonces. O al
menos eso parece a tenor del retroceso que la Escuela Pública está sufriendo desde
que el gobierno del PP obtuvo la mayoría en las urnas. Porque la obtuvo. Eso
quiere decir que no solo el ministro Wert está de acuerdo con que niños y niñas
estudien por separado en las escuelas, sino que hay mucha gente que sigue
pensando que este modelo es más favorable a su educación.
Desde luego estudios hay para
todos los gustos. Es como lo de los informes de los niños Ruth y José. No es
que el primero contenga errores, dado los resultados del segundo. Es que son
informes contradictorios. La educación segregada cuenta con apoyos
institucionales, pero también de padres y centros educativos y está avalada por
estudios de expertos. Hasta ahí no se le puede reprochar nada al ministro. Podemos
no estar de acuerdo con ello. Podemos coincidir más con los informes, muy
detallados, y expertos muy cualificados, que avalan la educación conjunta como la
mejor forma de preparación e integración
en una sociedad plural e igualitaria entre hombres y mujeres. Puede ser así.
Pero de momento no hay una “sentencia” que establezca que efectivamente una educación
sea más efectiva que la otra.
Pero en este caso no se trata de
eso, o solo de eso. Los colegios a los que el ministro Wert, y la presienta
Aguirre también por cierto, quieren seguir dotando de ayudas importantes de
fondos públicos, son colegios con un alto nivel de presupuesto y dotaciones.
Tal vez si todos los centros pudiesen contar con los mismos ingresos que estos
centros, los resultados educativos entre alumnos de unos y otros no se
diferencien en absoluto. Pero es que tampoco se trata de eso, o solo de eso. Estos
centros de educación segregada cuentan también con una alta carga de
intencionalidad política y religiosa. No podemos olvidar que, solo en Madrid,
existen 11 colegios de este tipo y 9 de ellos son del
Opus Dei (resulta que estos datos no los quiere facilitar la Consejería de
Educación y hay que obtenerlos por otros
medios). Y carga económica además. Pues en Madrid, de nuevo (hay más ejemplos,
pero estos son lo que tengo a mano), el respaldo del gobierno autonómico a
estos centros ha llegado hasta la cesión de suelo público.
Aún así, podría no tratarse de
eso. O no solo de eso. Un centro educativo que discrimina por razón de sexo no
puede recibir una subvención pública. Es la ley del 2006 quien lo dice. Y esta normativa
ha sido avalada por el Tribunal Supremo.
Acatar la ley con un requiebro normativo para no obligarse a cumplirla
es de una “chulería” impresionante. Máxime cuando con ello, no solo está
favoreciendo un tipo de educación discriminatoria, sino que se está utilizando
como ariete contra una educación pública integradora, igualitaria, laica y
tolerante.
La propuesta de Ley Orgánica para
la Mejora de la Calidad Educativa del ministro Educación, José Ignacio Wert,
parece retrotraer la enseñanza de este país a épocas que, algunos (evidentemente
no todos), creíamos superadas.
Vuelve la reválida. Los profesores tendrán que
dar clases a un número mayor de alumnos y, si la propuesta de Aguirre sale
adelante,
vigilar a los niños mientras comen (para abaratar costes, dicen, pero
a costa de horas de personal cualificado, eso no lo dicen). La
cualificación profesional quedará en una vía muerta. Los
padres perderán la capacidad de decisión en los colegios públicos… y así una larga lista.
Lo dicho… la educación pública
metida en un sobre de oscurantismo e ignorancia. Siglos de retroceso por
ver(t).
A.L.López